martes, 24 de marzo de 2015

No solo futbol

El futbol, como todos sabemos, a veces puede ser cruel y jugar con los corazones ajenos. Sino que se lo digan a este, el país en el que ahora vivo, Ghana. Quien no recuerda aquel famoso partido de cuartos de final de la copa del mundo, en Sudáfrica (sí la que nosotros ganamos); donde la mano de ese “caníbal” (sobrenombre debido a su hambre de goles, por supuesto) llamado Luis Suarez y el posterior penalti marrado, al larguero, de Asamoah Gyan (quien el pánico le ha obligado a no posicionarse de nuevo a siete metros de la portería) le robaron la gloria de ser la primera selección africana en acceder a unos cuartos de final, quien sabe si incluso más. Hace algo más de un mes, este, el deporte por excelencia en el continente africano, volvió a jugarle una mala pasada cuando perdió en una más que agónica, interminable, tanda de penaltis (esa lotería que tanto gusta por jugar con las emociones al ritmo del instante) esa copa que se juega en enero (quizá dentro de poco no sea la única!), la copa Africa, nadie mejor que Andre Ayew, estrella entre las “estrellas negras” , encarnaba el sentimiento de esta nación al arrastrarse moribundo clamando clemencia al destino.

Castillo de Cape Coast
Castillo de Cape Coast, Capital de la trata de esclavos
La vida real, el destino, la historia o como diantres se le quiera llamar, por desgracia, no es menos que el futbol y también sigue jugando malas pasadas a este hermoso país de verdes selvas. Así lo atestiguan sus “blancos” castillos, vestigios del peor de los colonialismos, el colonialismo de la “Costa del Oro”, fortalezas construidas por portugueses, holandeses e Ingleses llegados ávidos de riquezas, y que por más de 200 años sirvieron de principales bases para la “exportación” de ambos el oro dorado y el oro negro, los esclavos. La pacifica independencia del gobierno británico, logrado en el ’61 por el omnipresente Nkrumah, por desgracia no llevo a un cambio radical, pues como en el resto del continente africano se ha pasado al “neocolonialismo”, gobernantes de piel negra y pensamiento blanco que buscan el enriquecimiento personal. Si bien hay que reconocer que en esta segunda “oleada” colonialista a Ghana, en particular, le ha tocado mejor suerte que al resto de sus “primos” africanos, pues posee un sistema democrático estable, atípico sobre todo teniendo en cuenta sus riquezas naturales…sino que se lo digan a la RDC…

Hay una frase que una vez le escuche al Señor Correa, Presidente del Andino Ecuador, para referirse a los mercados financieros (todo ese tinglado de financiación y deuda que hay montado en esta nuestra sociedad) que decía algo así como: “Los mercados financieros son como esa chica rubia, un poquito vanidosa que si uno muestra mucho interés se hace más difícil todavía de llegar a ella, pero cuando uno se hace el desinteresado tal vez sea la chica la que llama al chico”; Ghana es “negro”, la chica no le hacía ni puñetero caso, en estas a Ghana no le quedaba otra que cambiar sus “gustos” y ahora ya no buscaba a la chica rubia, ahora le gustaba la asiática, la “Chinita” más concretamente, ahora, eso sí, la chica China funciona de otra manera, ella te presta el dinero, o incluso te construye las infraestructuras que necesitas y tú no se lo devuelves, tú le das otra cosa a cambio. Ghana tiene Oro, Ghana es una mina oro. En la zona donde resido ahora mismo empresas chinas construyen el nuevo estadio de futbol, la reforma del mercado de la ciudad y las tres principales carreteras de nueva construcción, todo lo traen, para reducir costes, hasta la mano de obra, de origen penitenciario según dicen las malas lenguas, aunque hay que reconocer que no todo son reclusos peligrosos, también se encuentra algún tipo simpático como el bueno de Gua Tao, joven contable con perfil de contable, famélico individuo de gafas redondas, pero con sonrisa sincera con el que se disfrutan las noches de póker por su agresividad desmedida, sin miedo a la derrota, desmintiendo las leyendas urbanas sobre la efectividad China en el juego pues esta, la derrota, es el único resultado que el azar le suele deparar...; volviendo a la “chinita”, cuando mi empleo me lleva a las zonas de explotación minera, contemplo con estupor como los chinos disfrutan de los derechos de explotación, exprimiendo la riqueza de este país, tanto es así que los niños locales, acostumbrados a los habitantes del país asiático, cuando al pasar me ven me confunden con otro de esos ciudadanos de piel amarilla y ojos rasgados, sustituyendo el clásico “obrouni” (hombre blanco en lengua local) por un mucho más concreto “China” en sus llamadas hacia mi persona. Si de tiempo y ganas se dispone se recomienda la lectura de un libro llamado “Chinafrica”, que explica mucho mejor que un servidor esta realidad.

Así la chica rubia, celosa de las caricias que el “hombre negro” le profesa a la chica china, vuelve a llamar asiduamente al señor negro, siguiendo a pies juntillas las palabras del Señor Correa, ávida de poder disfrutar también de su trozo del pastel (que tal y como la fama le precede, en este hombre negro, el tamaño del pastel es largo y grande, bastante por encima de la media caucásica…parece que las señoritas empiezan a desmelenarse entusiasmadas…). Así moviliza rápidamente sus “armas” de seducción/financiación: Banco Mundial, FMI, etc. Donde el dinero se presta imponiendo unas condiciones muy específicas de utilización. No quiero entrar en la moralidad de este financiamiento, pues la suerte tengo de participar precisamente en un proyecto del Banco Mundial, y aunque creo que en muchos casos se hace con buena intención y con un propósito de ayuda, la realidad, según mi experiencia, es que la inversión, por corrupción interna y factores que explicar no podría sin hacer este texto interminable, no supone un cambio radical en la vida del hombre negro a largo plazo, no es sostenible; sin embargo lo que si hace de manera perenne es engordar a la “malintencionada”, la deuda de este pobre país, que en caso de no poder devolverla no le quedara otra que tirar de nuevo de esos, sus preciados recursos naturales, para poder paliar la pataleta de la chica rubia.

Así entre estas dos “fieras”, asiática y caucásica, despedazan sin piedad al “hombre negro” robándole cualquier posibilidad de aprovechar sus dotes (oro, petróleo y bauxita) y ser un país independiente económicamente en un clásico “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, sí, señor Obama “Yes, we can”. Solo una, la chica fea, la que importa poco, la desinteresada, el ONGenismo intenta curar las heridas de este país, construyendo de manera altruista pequeños proyectos que si bien carecen de “peso” real en la mejora del país siempre son bienvenidos.


En que se traduce todo esto, caída libre de la moneda local, inflaciones monstruosas (no hay que ser economista consumado para deducir caída libre moneda local + inflación = pobreza), además de habituales cortes en el suministro eléctrico (llevando al novato inexperto en estos quehaceres, a sufrir no pocos accidentes domésticos como resbalones en la ducha seguidos de una perorata de insultos y blasfemias desmedidas, desde el suelo mojado claro, y días de andares apenados; hasta que consigues sacarte ciertos permisos locales como el carnet de cocinar a oscuras, sí ya soy todo un experto) y cortes en el suministro de agua potable haciéndome ver el valor incalculable que una ducha de agua caliente tiene, tras una larga semana a base de ducha de barreño, con agua fría, cubito a cubito “yes, sir!”.

Pese a todo Ghana, este país histórico, posee un valor añadido, su gente, esos productos de una, cierta, educación “British” que prefieren resolver las disputas “entre tazas de té” que en duelos fratricidas. Simpáticos, pillos y curiosos se vuelven “piratas” en la noche “abordando” de manera pacífica toda nave extrajera para una última danza bajo el cielo. Con la familia como pilar básico, las mujeres, en el mercado, no dudarán en darte conversación, e incluso casarte querrán, como lo haría la más afable de las mujeres andaluzas, haciéndote sentir menos extranjero. Amantes de esa comida picante y monótona a base de pastas de tubérculos y sopas que al tragarlas te hacen sentir cual dragón a punto de lanzar llamaradas, y capaces de sostener de manera firme y airada que la comida europea es insípida e insoportable, “Mon dieu!”. En definitiva personas en general optimistas y, sobretodo y pese a todo, felices, que llevan al extranjero de manera obligada e infranqueable a realizar un ejercicio de autocrítica y reflexión hacia los valores/bienes materiales que gobiernan nuestro ánimo, pero esa es otra guerra.


Andre ayew en su andar moribundo
Andre Ayew, acompañado por Assamoah Gyan, en su andar moribundo
Pues bien, lo que con futbol se empieza, con futbol se debe acabar. Abidal, famoso exjugador del Barcelona, ha tenido cáncer, dos veces; Ghana pasa por su segundo cáncer, el neocolonialista, este cáncer, temible y altamente mortal, probablemente no sea superado y se expanda haciendo continuar a “Andre Ayew” en su andar moribundo y desesperado junto con el resto de sus primos africanos. Abidal lleva el dorsal 22, el dos de la izquierda representa las veces que se le ha detectado el cáncer, el dos de la derecha representa la veces que lo ha superado, esperemos, recemos (esto no todos, solo los creyentes, no vayamos a continuar blasfemando…) y conjuremos para que Ghana en particular y el continente africano en general encuentren una nueva hornada de políticos, esa formada por jugadores de la talla del malogrado Thomas Sankara, capaces y dignos de portar el dorsal 22. 






viernes, 4 de julio de 2014

Los Hombres Salvajes

La noche pintaba bien para el Dandy y el Frio, sin duda nadie lo habría podido prever cuando llegaron a ese pueblo costero. Habían ido allí como por casualidad; la noche anterior, entre tequilas y cervezas “CLUB”, alguien les había hablado de ese pueblo pesquero con playa paradisiaca cuya visita se hacía más que recomendable, y con el ardor del tequila en el pecho y la excitación de sentirse libres de poder hacer lo que quisieran; rápidamente se juraron y perjuraron que al día siguiente irían a ese lugar. Sin embargo, ya se sabe, que el tequila es un arma de doble filo, y de igual manera que, de madrugada, es capaz de hacerte sentir invencible a la mañana siguiente es una pesada carga que nubla tu claridad de pensamiento y complica cualquier decisión a tomar por sencilla que esta fuere. Por lo tanto, digamos que, sus planes se fueron retrasando y ya empezaba a anochecer cuando salieron, las dos horas de viaje hasta el lugar tampoco ayudaron pero si algo termino de derrumbar su ánimo fue el panorama al llegar, el lugar parecía un pueblo fantasma de calles oscuras (la luz brillaba por su ausencia), y aunque ninguno lo exteriorizaba ambos dos se preguntaban si habrían tomado la decisión correcta.
Por suerte el ánimo, en los hombres jóvenes y ávidos de aventuras, es un estado que no necesita de mucho para cambiar y cualquier plan inesperado puede resultar como la más excitante de las posibilidades inimaginables. Ese fue el caso y los hechos fueron tan rápidos como imprevistos, ni ellos mismos sabían cómo había sucedido pero de buenas a primeras se habían visto cenando en una mesa con cinco musas, entre las que, sin duda, destacaba Marine - joven de rostro angelical y sonrisa de las que te hacen poner cara de bobo- que había causado durante la cena no pocas miradas y sonrisas cómplices entre los dos amigos. Para mejorar aún más  el asunto, estas les habían propuesto acompañarlas a una fiesta con hoguera en la playa; ahora mismo, se estaban preparando mientras discutían, con sonrisas y hormonas a flor de piel, la estrategia a seguir, imitando en cierto modo, esa escena de ‘una mente maravillosa’ donde queda claro que si todos vamos a una todos salimos perdiendo (en cualquier caso dura batalla esa de repartir).


Poco quedaba del chico tímido y calmado que llego cargado de ilusiones, con un proyecto fijo y la idea de establecerse a vivir en un lugar paradisiaco. Ella se fue y él se adaptó, él se convirtió en la bestia de Aristóteles, se convirtió en ese hombre solitario que solo piensa en sí mismo y solo dialoga consigo mismo, “yo hago lo que quiero”, se dijo mientras terminaba el tercer vaso de GOAL con Sprite (“gasolina” local que le aportaba la chispa necesaria).
Para el Búfalo esto de las noches en el ‘coconut beach restaurant’—con su característica hoguera— era ya una mera rutina (es lo que tiene llevar cerca de dos años viviendo en un pueblo de 2000 habitantes). Él sabía perfectamente lo que había, sabía cuál era su papel en esta función. Ya estaba preparado… SHOW MUST GO ON.


Primero había caminado, sin éxito, horas y horas para ver el partido, por esas calles bulliciosas a la par que arcillosas de Ghana, donde nunca suelen faltar dos acompañantes: (a) el sol que parece siempre situarse estratégicamente en tu nuca y (b) el claxon continuado, e incluso en ocasiones cuasi-rítmico (cual danza de tambores africanos, eso sí, tocados por motivados aprendices de origen caucásico que tras varios apatashis –ron local- han perdido, por desgracia para el prójimo, el sentido de la vergüenza), de los temerarios conductores locales—feroces enemigos, ambos dos, en los días de resaca—
Pero el Libanés no se daba por vencido tan rápidamente, cenó algo frugalmente y se dirigió al bar del pueblo, un tal Coconut Beach, en resumidas cuentas, una austera terraza –donde se balanceaban de forma, más o menos, rítmica no más de 15 personas– , pintada en su totalidad de un verde chillón cuasi fosforito muy de moda entre ciertas casas africanas —solo el azul eléctrico o el morado pálido son capaces de hacerle frente—, orientada a la playa y equipada con el mobiliario básico (mesas + sillas de plástico, altavoces, barra y, lo más importante, licores y bebidas de todos los orígenes y contenidos alcohólicos); mención especial merecen los chupitos GOAL o LUCKY, rones, de procedencia industrial, envasados en bolsitas uni-dosis de 4ml de plástico adornadas con impresiones que no dejan lugar a dudas del propósito buscado – en la de GOAL en particular está escrito el texto “marca un gol” acompañado de la imagen de una pareja, “no hay margen para la queja si luego uno se ve forzado a casarse de penalti…” pensó el Libanés.
Al llegar no le sorprendió la acogida, ya estaba empezando a acostumbrarse al abordaje que hacen los lugareños a los extranjeros en los locales de esta índole (si bien estos abordajes, al más propio estilo pirata, no se limitan a estos lugares, los lugareños son auténticos marineros de agua salada y se saben mover por los rincones más inesperados), si bien, en defensa de estos lobos de mar ha de admitirse que, en su mayoría, resultan ser piratas de lo más amables y educados (pues guardan las formas propias de esa educación colonial british y sus intereses no son siempre económicos, como suele suceder en el resto del África del Oeste), y si bien son persistentes y a la segunda pregunta ya intentan cazarte (lanzándote la clásica pedida del número de teléfono que suele ir acompañada de llamadas a horas intempestivas –se tiene el consenso entre la comunidad extranjera de que las 6 de la mañana es su favorita–),aseguran una atmosfera de abordajes continuos que es muy propicia para este tipo de lugares, pues se pierde esa timidez y distancia (entre los consumidores del lugar en cuestión), que nos hacen parecer estúpidos cuando nos balanceamos solitariamente, en esos bares europeos (sobretodo cuanto más al norte peor). Con lo cual, en la mayoría de los casos, cualquier individuo que se deslice por estas aguas, por solitario que sea, tarde o temprano será abordado e integrado en este caos general.
Sin embargo, al Libanés, sí que le sorprendió ese tipo caucásico, de origen Galés, (con su llamativo pelo rubio platino) apostado en la barra, el Búfalo le llamaban. Obviamente no fue su aspecto lo que le sorprendió (europeos rubios, morenos, e incluso a veces, pelirrojos había visto no pocos durante su relativamente corta existencia), sino su comportamiento, en cuanto el Libanés entro dentro de su radio de acción los ojos del Búfalo se fijaron en él, acto seguido se levantó de la barra y se fue aproximando al Libanés, con una sonrisa desmesurada, mientras mantenía la mirada fija -dejando claras su intenciones de realizar un abordaje al más puro estilo local-. El Búfalo acompañaba el abordaje, de una risa ruidosa y cuasi-maniaca (propia del que lleva demasiado tiempo solo) que confería a su rostro un aspecto de persona que, o bien, está jugando peligrosamente con el umbral de la locura; o que, sencillamente, no midió correctamente su dosis de estupefacientes. Sin embargo, sorpresivamente, pese a su aspecto, el Búfalo no producía en el Libanes una sensación de repulsión, sino, más bien al contrario, se sentía atraído por este tipo que parecía salir de una isla desierta tras haber pasado largos años con un coco como único compañero. Tras el abordaje previo el Búfalo fue al quid de la cuestión, y ofreció al Libanés sus servicios para el día siguiente como profesor de surf (todo esto mientras hacía movimientos de equilibrio surfeando una ola imaginaria acompañando la escena con una, inequívoca, cara de velocidad). Ese Robinson Crusoe le había caído simpático, decidió que al día siguiente le alquilaría una tabla.
El Libanés no es de piedra y la larga caminata del día y los abordajes continuos empezaban a pasarle factura, seguir alargando la noche carecía de sentido. Ya se disponía a terminar su cerveza y marcharse, cuando vio acercarse un numeroso grupo  -liderado por una hermosa rubia de rostro angelical y sonrisa de esas que te hacen poner cara de bobo-, de repente, entre los que se acercaban, distinguió al bueno del Dandy y al bueno del Frio (par de trúhanes ciertamente amistosos, con reconocida predilección por el tequila). Pidió un GOAL con Sprite mientras una sonrisa, de pirata por supuesto, se dibujaba en su rostro…

jueves, 22 de mayo de 2014

Yo no soy Dominique

No sé si alguna vez habéis tenido la suerte de conducir un 4x4 por caminos de tierra. Lo cierto es que te vienes arriba como si estuvieras en el sofá de tu casa echando el rally de Australia en la play. Total, que en esas estaba con mi amigo Gustavo, "rustiqueando" como dice él, y con Nana (un negrillo del pueblo de al lado que se ofreció amablemente a llevarnos a ver la final de liga, sin éxito, todo hay que decirlo).
Cuando de repente apareció ante nosotros un terreno enfangado, medio hierba, medio tierra. Yo, que me había pasado una semana viendo como Dominique se movía como Pedro por su casa por terrenos similares, pues no lo dude un instante y tire "palante". Error.

Primero fueron dos ruedas, mire a Nana y a Gustavo y no noté en sus caras el pánico, que de mí se hacía presa (digamos que ya tuve un par de experiencias similares en la Guayana en las que el barro me gano la batalla y le tengo respeto). Ante sus ánimos, y siguiendo sus indicaciones, seguí intentando escaparme de las garras del barro a golpe de motor. Error de nuevo.
Lo único que note es que el coche se iba deslizando, poco a poco, más y más, en el barro pese a mis esfuerzos desesperados (le daba al embrague con todo lo que tenía en el cuerpo). Cuando bajamos ya eran tres las ruedas que estaban sumergidas hasta la mitad...

Estábamos en un camino en medio de la nada, no habíamos visto el partido y, sobretodo, estaba empezando a anochecer. Mis acompañantes balbuceaban frases optimistas como “Marico no te preocupes que el carro sale de aquí”, pero yo, la verdad, es que ya había perdido toda esperanza.

De repente, como en la película “el Señor de la Guerra”, aparecieron primero un par de niños de la nada -Obrouni! Obrouni!- (Significa hombre blanco, aquí las cosas se llaman por su nombre) nos gritaban. Nana les dio unas rápidas instrucciones, a gritos, en el idioma local y 5 minutos después aparecieron junto a sus hermanos mayores, estos traían piedras y palos que diestramente colocaron alrededor de las ruedas. Era mi turno, Puse de nuevo el coche a 4000 revoluciones, el coche no se movió un milímetro, pero al menos no fue a peor así que no nos desanimamos…

Una multitud se había ido acercando a cotillear a los dos obrounis. Era nuestra mejor oportunidad de salir de allí. Entre Nana, Gustavo y yo nos pusimos a organizar, “jóvenes a empujar, abuelos, mujeres y niños a hacer contrapeso!”. Cuando me subí al coche a intentarlo de nuevo, vi ante mí  a Gustavo junto con, al menos, una docena musculosos obibinis (hombre negro, las cosas se llaman por su nombre) con gesto concentrado, entre el barro, esperando mi orden para empujar (siendo sincero he de reconocer que me vine arriba y saboree ese momento de poder, me sentí cual Julio Cesar antes de una batalla)... “Espaaartanoooos! Unaaa, Doooss y treeeeeeeeees” entre el ruido del motor y los gritos de esfuerzo fui notando como el coche, contra todo pronóstico, se iba deslizando poco a poco hacia la salvación… íbamos a ganar la batalla gracias a los refuerzos. A la segunda fue la vencida.

Salí dando palmas y silbando mientras abrazaba a diestro y siniestro a todo ser humano que veía ante mí. Esto debió de emocionar a Nana, pues acto seguido y con el gesto diestro de quien lo ha realizado mil y una veces, nos agarró de las manos e imploro al señor, en voz baja por supuesto, para que algún día nuestros caminos volviesen a cruzarse.

Tras la foto de equipo (solo con aquellos a los que el hecho de quedar retratados no les importaba) nos despedimos como hermanos. Al irme me acompañaba una sonrisa de lado a lado (la verdad es que es una ricura de experiencia), pero sobre todo, me acompañaba la certeza, de que por desgracia, Yo no soy Dominique.
Con parte del equipo de rescate (mayoritariamente los que hacian contrapeso)

lunes, 19 de mayo de 2014

Tierras Lejanas

Con Dominique de buena mañana
Con dominique de buena mañana
Horas antes del alba, me esperan mi siempre fiel Dominique y el incansable Donald.
Asi se llevan las cosas aqui
Vamos hacia tierras lejanas, tierras lejanas y extrañas…Donde se pasean desnudos pequeños hombrecillos alocados con trompas de elefante entre las piernas, Donde el césped se corta a machete, Donde me consideran un habitante más del continente asiático, Donde deambulan seres extraordinarios con cabezas de hierro, hormigas capaces de transportar diez veces su peso.




Rojas avenidas de arcilla maltratadas por la lluvia y los coches conducen a estas tierras lejanas.
Ante nosotros agujeros infernales y pendientes endiabladas, Dominique para el motor, me mira, “Are you ready?”, Pistoletazo de salida del más duro de entre los rodeos de Texas, nuestra montura es un pura sangre, ningún agarre es bueno…A los lados se acumulan, varados entre lluvia y lodo, aquellos que no lo consiguieron. Pero yo me crie viendo a Chuck Norris.
Carreteras de primera
En ocasiones, cuando hasta el mismísimo Noé se acojinaría, me consuelo al ver, en esa cascada del Niagara, que Dominique sabe lo que se hace.
Los senderos, a la selva robados, conducen a lugares donde la tierra grita y sangra a ritmo de retroexcavadora, “El Dorado” lo llaman.




Minas de Oro

El clasico comercio
Los comercios nos anuncian la llegada a Tierra Santa:
-          Innocent Blood Restaurant
-          Blood of Jesus Hair Care
-          Fear God Electricity Services
-          He is Able to Deliver Store
-          Jesus Loves Fashion
-          Consuming Fire Fast Food
-          Talk To Jesus Phone Shop



Desayuno Tropical
Manjares tropicales, frutos solo dignos de los mejores banquetes paradisiacos prometidos en el Corán, servidos a ritmo de góspel, nos esperan. Aunque cuando de necesidades se trata, aquí todo vale, perro, gato, mono, caimán, serpiente; todos son criaturas del Señor.
Akwoboso, Subin, Dominase, Akropong, Buabin, Kwame Prakrom. Tierras perdidas, tierras lejanas.
Tierras de donde sale tu tableta de chocolate, Tierras de donde sale el papel de aluminio de tu bocata, Tierras de donde sale el oro de algunos...Tierras cercanas, hasta el mes que viene.


Mujer sacando el fruto del cacao

Por qué Tierra Santa?

Por qué Tierra Santa?, porque Ghana es el pais con mas creyentes del mundo, las fotos de supuestos reverendos, apostoles, e incluso algun que otro profeta, se acumulan a los lados de las carreteras. Aqui los comercios llevan nombres biblicos y las iglesias son una declaracion de intenciones ("Winners Chapel" o "Holly Land Brothers Chapel" son las mejores hasta ahora). Aqui las reuniones se empiezan y se acaban con una oracion y si alguien te quiere agradecer algo, tras agarrarte las manos, empieza una profunda oracion para que el señor guie tu pasos y el infierno no caiga sobre ti. Welcome to Holly Land.